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viernes, 1 de febrero de 2013

Los 35 doctores de la Iglesia

Doctor de la Iglesia es un título especial que se da a ciertos santos en quienes se conoce su condición de maestros de la fe para los fieles de todos los tiempos. En los primeros siglos fue un reconocimiento casi espontáneo dado a los más representativos Padres de la Iglesia que dejaron escritos que han inspirado a muchos más allá del territorio donde vivieron. Son cuatro de la Iglesia Latina: San Jerónimo  San Agustín  San Ambrosio y San Gregorio Magno. Y cuatro de la Iglesia de Oriente: San Basilio, San Gregorio Nacianceno, San Juan Crisóstomo y San Atanasio.

San Juan de Avila y Santa Hildegarda de Bingen

Habrá que esperar hasta el Concilio de Trento (s.XVI) para que los Papas comiencen a darle el título de doctor a connotados santos, ilustres por su doctrina e influencia. En orden cronológico: Santo Tomás de Aquino (1567), San Buenaventura (1588), San Anselmo (1720), San Isidoro de Sevilla (1722), San Pedro Crisólogo (1729), San León Magno (1754), San Pedro Damián (1828),  San Bernardo (1830), San Hilario de Poitiers (1851), San Francisco de Sales (1871), San Alfonzo María de Ligorio (1871), San Cirilo de Jerusalén (1882), San Cirilo de Alejandría (1882), San Efrén (1920), San Pedro Canisio (1925), San Juan de la Cruz (1926), San Alberto Magno (1931), San Roberto Belarmino (1931), San Antonio de Padua (1946), San Lorenzo de Brindisi (1959), Santa Teresa de Jesús (1970), Santa Catalina de Siena (1870), Santa Teresa del Niño Jesús (1997), San Juan de Avila (2012) y Santa Hildegarda de Bingen (2012).

La mayoría son obispos (18). Cuatro son mujeres. Papas dos. Fundadores o reformadores de órdenes religiosas cinco. Cinco benedictinos, tres dominicos, tres franciscanos, dos jesuitas, un diácono y nueve sacerdotes. Treinta y dos de ellos europeos, dos africanos, uno del medio oriente y ningún latinoamericano. Si se publicaran todas las obras de los mencionados en una solo colección ocuparían centenares de volúmenes, pues las obras de San Agustín y Santo Tomás de Aquino, por citar dos de los más prolíficos, abarcarían más de cien gruesos títulos.

Doctores tiene la Iglesia es una expresión del refranero que remite las cosas difíciles a los expertos o que sirve para eludir responder a una cuestión en la que no estamos muy seguros de dar en el clavo. La tradición remite su origen al Catecismo del Padre Astete, en el siglo XVII. Buena falta nos hacen doctores de verdad para desentrañar la maraña en la que nos meten los leguleyos de oficio, descubriéndole cinco patas al gato para favorecer a los suyos.

Tomado del Diario Frontera
Escrito por: Mons. Baltazar Enrique Porras Cardozo
Artículo de Opinión
Lunes, 28 de enero de 2013
Mérida, Venezuela

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